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¿VOTAS? Entonces...

Gracias madre

Gracias por haber cedido ante los embates de seducción de él. Gracias por haber estado dispuesta esa noche. Gracias por haber concebido esa noche. Gracias porque sos la causante en gran parte de lo que soy.

Industrializando la cultura

“Una cultura populista o (…) una cultura estimulada por el populismo (…) es una cultura dependiente”. La cultura populista no debe entenderse como sinónimo de cultura popular, sino como oposición a ésta. La cultura popular nace desde el pueblo, la populista es impuesta a éste. Desde el exterior del pueblo, “estragan el gusto colectivo” mediante subproductos culturales, para asegurar su dominación. A cada individuo se le inculca una actitud conformista, se lo “adhiere” a la masa, quitándole su individualidad. “Los filmes, la radio, las publicaciones periódicas, antes que una serie desordenada de expresiones culturales ‘constituyen un sistema’ tendiente a la ‘uniformidad’.”
La cultura populista es también llamada (y quizás sea más apropiado el término) industria cultural. Este termino da cuenta de la producción en masa de la cultura, caracteriza por el uso del cliché y la repetición incesante de las formulas de consumo que venden. “La ‘estandarización’ y la ‘tendencia a la homogeneidad’ constituyen premisas materiales básicas del modo de producción industrial de la cultura.”
En este contexto la persona cree tener libre elección. Pero esta apariencia de libertad no puede sostenerse ante el hecho de que las elecciones ya fueron tomadas por el mercado, al elegir las opciones que la persona puede tomar. En la industria cultural el mercado es el que verdaderamente elige. La aparente democracia genera la “conformidad” con una sociedad profundamente injusta.

“El ‘consuelo’ ofrecido por la industria cultural es que ‘adaptándose’ se puede seguir sobreviviendo. ‘Basta con advertir la propia nulidad, suscribir la propia derrota’, y ya se ha entrado a participar. La sociedad es una sociedad de desesperados y por lo tanto la presa de los amos.”


Sobrevivir implica para el individuo adaptarse a la coerción de la sociedad que lo somete. Puede oponerse, sin embargo algunos son “demasiado débiles” para enfrentarse a la realidad (y no tienen más remedio que extinguirse identificándose con ella) y otros encuentran una engañosa satisfacción, por lo que no encuentran razón para resistirse.

“Sus diversiones, por cuya superficialidad el conservadurismo cultural los crítica o los injuria, les están impuestas por la necesidad de reparar las fuerzas que el ordenamiento de la sociedad, tan elogiada por ese mismo conservadurismo cultural, les exige consumir en el trabajo”


De este modo, el anhelo por liberarse de trabajo en las horas ajenas a éste, llevan inminentemente a que la persona consuma la superficialidad distribuida por los mass-media. Su ocio es la reproducción de la realidad (uno de los ideales de la industria cultural es que la vida no pueda distinguirse de las películas). Así el “tiempo libre” llega a caracterizarse por el “hastío”, cuando alguno sale de alguna forma del circulo de consumo, se aburre, siente la imperiosa necesidad de volver a “ocupar su tiempo”. Se forma de esta manera un círculo del que no se puede escapar, aun siendo consiente este. El tiempo libre es ocupado por el consumo de la representación del trabajo, consumen una seudo-realidad que paulatinamente se convierte en la única realidad. Así dejan de preocuparse por su propia realidad, volviéndose conformistas, quizás con la idea de que ellos también pueden formar parte de la seudo-realidad que consumen.

Sobre la industria cultural cabe destacar que, aunque haya quien diga que beneficia al pueblo, lo hace feliz y criticarlo es ser elitista, no se debería (en mi opinión) defender la trivialización de la vida. Los consumidores de la industria cultural convierten esa superficial (pero divertida) seudo-vida en su propia vida. Así, sufren o se alegran, ríen o lloran, según los acontecimientos de una novela o un concurso, porque esa es su vida. El que defienda la superficialidad, el aislamiento de la realidad, y el “descomprometimiento” de una gran parte de la sociedad, debería replantearse sus convicciones.