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El paco del pueblo

-Digame señora cómo anoto a su hijo
-Jesu'
-¡Qué nombre más lindo! Como El Nazareno
-No, no. Lo elegi por el de la biblia.
-Claro, claro. Quiere que sea como Él...
-Sí, sí. Le van a clavar un facazo en el costado y va a seguir vivo.

La comedia antigua y sus niveles de interpretación

Algunas observaciones a un texto de Luis Gil Fernández:

Las piezas de Aristofanes trasmiten, con la risa, un mensaje de enorme seriedad; junto a lo grotesco y chabacano reúnen las efusiones del mayor lirismo y tienen una estructura formal muy compleja.

La comedia aristofánica, a diferencia de la menandrea, es todo un museo de comicidad que abarca desde las formas más crudas a las más refinadas del humor. No todo es pura farsa o mero regocijo en las piezas aristofánicas, como ya se ha advertido al distinguir la “idea crítica” del “tema cómico”*. Aparte del mensaje global transmitido con la totalidad de la pieza y de los asertos de la parábasis, en los que la seriedad del poeta se transparenta, hay otros pasajes en los agones donde la intención de hacer reír parece brillar por su ausencia.

La intención del poeta cómico era la de hacer una crítica de la actualidad, de una manera intuitiva e inmediata, mediante la contraposición de la realidad existente a una utopía disparatada cuyo contraste con las condiciones de esta destaca sus defectos e injusticias. En el fondo de esta crítica subyace la noción de que las calamidades que afligen a los hombres no obedecen a leyes naturales, sino que son producto de la acción humana y pueden, por tanto, corregirse.

En múltiples pasajes de sus comedias Aristófanes reivindica la dignidad de su misión, como si quisiera erigirse en maestro y guía de sus conciudadanos. La comedia conoce y defiende lo justo, repite varias veces, aunque sea difícil de decir y duro de escuchar. El poeta es un educador político del pueblo que expone lo conveniente al bien común y aspira, como un médico, a curar las dolencias de la ciudad. Su pretensión no es la de hacer reír a costa de esclavos y gentecilla sin importancia, sino enfrentarse a los problemas de máxima urgencia y actualidad.

Lo cómico entraña siempre un componente intelectual de observación y enjuiciamiento de la realidad, seguido de una toma de postura frente a la misma, condicionada por la propia ideología. La “idea crítica” es la noción que este se ha formado sobre una situación de gravedad que afecta por igual a todo el cuerpo ciudadano. Esta idea crítca, sin la cual el tema cómico sería imposible, es la de Aristófanes como ciudadano y no es excesivamente original. Su norma, tanto en los temas referentes a la educación como a la estética o a la política, no es otra que el sentido común y, por ello, no se destaca con suficiente nitidez por su misma vulgaridad.

En esto se apoya Luis Gil Fernández para sostener que:

"Aristófanes no es un pensador político, ni un teórico de la educación, ni un filósofo moral."


Sin embargo, si tenemos en cuenta lo siguiernte podemos llegar a afirmar lo contrario:


1)Los únicos límites impuestos eran precisamente los que definen lo cómico como un fenómeno social: por un lado, el acuerdo del autor con el público en gustos y prejuicios, y por otro, la ocultación parcial del trasfondo de seriedad subyacente a su concepción del mundo.

2)Cuando el dramaturgo presenta un conflicto, deja de lado sus convicciones personales, puesto que el inclinarse unilateralmente en un sentido y otro implicaría un grave quebrantamiento en la eficacia drámatica de sus producciones.


Considerando estas cuestiones tomemos por ejemplo el trato que hace Aristófanes a la religión Olímpica:


El desenfado o irreverencia con que trata a los dioses, inclusive al culto y la burla a las prácticas devotas plantea un problema: el público sin escándalo le reía y le consentía esas licencias.

Nilsson dice que a los dioses no se les trata como Aristofánes, si “todavía se conserva un poco de fe”. Pero entonces ¿Cómo entender las arremetidas del cómico contra Eurípides y Sócrates, con quienes le uniría una mayor afinidad espiritual que con los hombres devotos y precisamente tachándoles de ateísmo e impiedad? La ambigüedad solo puede entenderse si se tienen en cuenta la mentalidad general del público al que se dirigía. Por un lado le guiña el ojo a los inteligentes y entendidos. Y por otro comparte (o finge compartir) los escrúpulos del vulgo frente a cualquier innovación en la forma de concebir la esencia de los dioses y sus relaciones con los hombres, tanto si se trata de las especulaciones teológicas de los filósofos, como si se trata de la introducción de nuevos cultos.

La postura de Aristófanes sobre la religión olímpica era la de cualquier ilustrado de la época. Los antiguos dioses habían sido derribados pero seguían viviendo entre la gente más ingenua y la razón de Estado fomentaba su culto. Aristófanes debía moverse en un equilibrio difícil si como poeta cómico quería no solo alcanzar el favor de los inteligentes y entendidos, sino también el del gran público.

Aristófanes, que se consideraba a sí mismo un innovador en su arte pretendía dirigirse a los inteligentes y entendidos, mientras educaba al vulgo sin que este note rasgos de intelectualismo para evitar tensiones sociales (posible envidia hacia los intelectuales) y por el acuerdo entre el público y el autor.

Las comedias de Aristófanes entonces tienen varios niveles posibles de interpretación dependiendo de los conocimientos previos de cada espectador. Por ejemplo en el pasaje de “Lisístrata” en el que la heroína lee un oráculo para convencer al resto de las mujeres continuar con su plan de abstinencia sexual se puede por un lado disfrutar de las obscenidades y de las burlas típicas hacia las mujeres y por otro reflexionar sobre la facilidad de crear oráculos para dominar la voluntad del vulgo, la falta de racionalidad mostrada por quienes los seguían al pie de la letra, y además disfrutar de la burla a esas prácticas rituales absurdas para algunos.

Puede que Aristófanes no haya querido que se note a simple vista en sus comedias, para mantener un lazo de empatía con el vulgo, pero si fue un pensador político, un teórico de la educación, y un filósofo moral. Y si bien en sus comedias hay opiniones peyorativas de varios intelectuales de la época, más que reflejar las opiniones del autor, reflejan lo que Aristófanes creía que sería mejor que pensaran los ciudadanos de una democracia (lo conveniente al bien común).




*El “tema cómico” no es la exposición directa de la idea crítica, tal como lo haría un panfleto, sino una transposición de la misma a lo fantástico y a lo cómico. Es un fenómeno puramente dramático, que da sentido y constituye el principio de la acción de la comedia. No es sino la expresión de un deseo de mejora.