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Donde tocar

Estaba desnuda. Estaba desnuda y acostada. Sus pechos eran aplastados por su propio peso y también, ocasionalmente, por la presión de él. Estaba mojada, él era el causante de su humedad. Tenía calor, sudaba. Él recorría todo su cuerpo, y en ocasiones la presionaba con fuerza, aplastando más sus pechos contra su lecho. Él la tocaba sin vergüenza, aunque eran desconocidos. No importaba, él era fornido y sensual, aunque un poco bruzco en ocasiones. Sabía exactamente qué hacer, dónde tocar. Ella se preguntaba cuantas habrían estado en la misma situación, en el mismo lecho y disfrutando lo mismo que ella. No le importaba demasiado, en ese momento sólo eran dos, el mundo no importaba. Él seguía, no acababa, parecía que había nacido para eso, más aun, parecía una máquina, era perfecto. Entonces se dio cuenta. Eso no iba a durar para siempre, se estaba por acabar de un momento a otro. Sólo habia pagado 1 sesión de media hora. Decidió que a la salida iba a pedir otra sesión de masajes. Él estaba a punto de terminar su trabajo. Esa contractura le había producido más placer que su marido en años.

2 comentarios:

Santiago. dijo...

Bien. Con la pornografía te va a leer más gente. Te vamos a leer más seguido ;)

Emmanuel dijo...

q tipo interesado, tenes la idea fija. estas son cosas q a uno se le ocurren sentado en el baño, fue una doble catarsis por decirlo de alguna manera ;-). jejejej. no quiero muchos lectores (y nunca los voy a tener) quiero bueno lectores (tampoco, sin desestimarlos ;-))