Google
 

La "enfermedad" llamada escritura

"La escritura es una especie de enfermedad contagiosa que los libros transmiten a quienes los frecuentan en exceso. Todos los lectores contumaces están expuestos a ese contagio, y en distinta medida todos lo sufren, aunque algunos lo desconozcan y otros, por prudencia o timidez, lo oculten. El lector químicamente puro no existe; en su interior hay siempre un escritor latente o agazapado que a veces se despierta de su letargo y se abalanza sobre parientes y amigos creando en la mayoría de los casos (hay admirables excepciones) situaciones de pánico o de desolación. Cuanto más temprano sea el contacto con los libros, más graves y duraderos serán las consecuencias de ese virus incubado en el texto que son,unas veces por fortuna y otras por desgracia,casi siempre incurables.Exagero poco; creo que Kafka hablaba de la literatura como lepra.
Sirva la anterior divagación para explicar por qué escribo.Comencé a leer de niño, y los síntomas del contagio se manifestaron precozmente con efectos que no dudo en calificar, apelando a un neologismo que ruego me disculpen, de cataestróficos: a los 12 años de edad ya había incurrido en décimas y sonetos cuyos principales causantes(no diré culpables) era Espronceda y Rubén Darío.Para empezar, la poesía ajena fue el estímulo primero y determinante de mi propia poesía. He citado muchas veces a una frase de Northrop Frye que considero oportuno volver a recordar: "Todo poema precede de otro poema." Yo nunca hubiese escrito poesía si previamente no hubiera leído poesía. Eso lo tengo claro. Pero las razones por las que sigo escribiendo o pretendiendo escribir poesía 60 años después de haber sufrido el contagio de la literatura son dudosas. Para justificar el acto en principio gratuito (y a veces oneroso: hay quienes pagan por publicar sus versos) de la escritura poética se suelen esgrimir muy diversos argumentos, alguno de los cuales yo mismo he utilizado: el deseo de penetrar la realidad, de conocer y de evaluar éticamente el mundo; la necesidad de expresarnos o de comunicarnos; la voluntad de "anclar en el río de Heráclito" y de salvar del efecto corrosivo del tiempo algunas cosas queridas; el goce de crear belleza pura.
Todas estas justificaciones pueden ser válidas, y algunas lo siguen siendo para mí. Pero pienso que, si a estas alturas de mi vida continuo escribiendo, es también por otra razón menos grandilocuente y un tanto pueril que casi me avergüenza confesar. Me temo que, aunque siempre sostengo lo contrario, estoy cayendo en la tentación de creer que el poeta, bueno o malo, que mi versos configuran -ese personaje ilusorio que habla en los poemas-, soy efectivamente yo, y que el acabamiento del poeta significaría mi propio acabamiento. Se trataría, en último extremo, de un deleznable caso de amor propio, de un problema de supervivencia planteado con un grave error de perspectiva, quizá justificable; pues algo o mucho de mí persiste en lo que escribo. Y, aunque no ignoro que los poetas, como los toreros, deben saber retirarse a tiempo; y que en la vida hay cosas más serias que la poesía y, concretamente, que mi poesía; y que "el arte es largo y además no importa"; si a pesar de ser consiente de todo eso sigo escribiendo es, en parte, porque me resisto a confinar en el pasado ese residuo de mí mismo, a desprenderme de ese yo que es otro, pero que ahora, cuando los dos estamos acercándonos a un final inevitable, noto que me hace muchísima compañía. "

Ángel González, Palabra sobre palabra.

3 comentarios:

Santiago. dijo...

Lamentablemente me contagiaron tarde. Me hubiera gustado enfermarme de chico, que mi madre me llevara a lugares infectados como cuando en otra época lo hacían con la varicela. Como no tuvo esa precaución, tuve que enfermarme por mí mismo, no hace mucho tiempo, ni siquiera puedo contar con tres años; triste.

No sé qué libro recomendar, "cualquiera".

Emmanuel dijo...

Vamos!!! en 3 años tenes q haber leido algun libro q recomendar. Y no importa q ea obvio para nosotros, lo importante es hacer una lista decente y seria triste q falten algunos fundamentales. Yo te voy a dar el ejemplo: "Las desventuras del joven Werther", escrita por Wolfgang Goethe.

A mi por suerte mi mama me contegio de chiquito, y si bien la enfermedad fue inconstante, podes notar los sintomas en mi.

Santiago. dijo...

Jeje. Podría empezar por los de Hesse. Además de escribir bien, sus textos tienen un contenido extraordinario. El primero de ellos que leí (gracias) fue "Siddartha".